martes, 20 de julio de 2010




Algo pasó...
Caminaba, pensaba en la conjugación de los vebos, creía que tal tema debía no ser obtuso ante la gravedad de los asesinatos múltiples a diferentes especies de insectos que visitaban la ciudad, infestada de pensamientos graves y agudos.



Algo pasó
Sentada esperaba la llegada de un transporte que traspasara sus pensamientos agresivos de días contorcionados; mordiscos, rasguños en la piel tersa de terciopelo.

Algo pasó
El y Una saltaban de carro en carro. La avenida vuelta caos, las motocicletas se adelantaban entre carros con olor a gases, gasolina, emisiones contaminantes. Los conductores y las conductoras emitían mensajes de rabia, los pasajeros y las pasajeras tenían pensamientos groseros; otros y otras, fantasías eróticas, uno que otra rasgaba la seguridad de transeuntes distraidos y disciplinados, escuchas de sus reproductores y sordos del entorno de manchas y de olores invadidos mentalmente por el"jefe mental". Pendientes de la agresividad de los motores prendidos e inmóviles. El y Una llegaron al nudo y encontraron las motocicletas combatiendo contra la marcha de colores silenciosos y expresivos en un lenguajes que la agresividad no alcanzaba a comprender. Los cascos los transeuntes los motores las corbatas las medias veladas los tacones las camisas babeadas los tennis sucios los jeans con las bragetas abiertas las botas las faldas los ojos las bocas la quietud de lamentos de olores y manchas de jefes mentales combatían el silencio de paso.

Algo pasó...
Posterior al último color, el olor y el ruido mató el paso del silencio y los motores en espera de la mayor agresividad avanzaron y aplastaron cualquier recuerdo de color y silencio, Bienvenido sea el temor.

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